Era una hermosa mañana de
abril, hacía sol y advertí de refilón que las moreras que bordeaban el campo
aparecían cubiertas de una pelusa amarillenta y aromática, indicio de
primavera. Un chico llamado Martín pasó por este campo para llegar a
la parada de autobús. Listo para la escuela, se subió y se sentó junto a una
chica rubia, con ojos marrones, no muy alta.
-¡Hola! Soy
Martín. ¿Eres la nueva compañera?
-Sí...soy Lucía. ¡Me alegro de conocerte!
-¿Cuándo
te mudaste?
-Me mudé hace dos días a la casa de al
lado.
-¡Maravilloso!
Después dela escuela,regresando a casa,los
dos amigos estuvieron hablando atrás todo el camino y han llegado a darse
cuenta de cuántas cosas les gusta a ambos. Lucía miró el bosque y le pidió a
Martín que fueran a dar una caminata a través del bosque viejo. Vagando por los
caminos,apareció ante ellos un largo camino:a través de senderos empinados. Caminaron
por ambas rutas largas, sorteando las largas ramas de árboles secas que crecen
en árboles y se olvidan de la naturaleza,atormentados por el silbido del
viento.
Martín, de
repente, escuchó música en un calvero y fue allí con Lucía. En el calvero había
cuatro enanitos que tocaba la flauta. Los dos niños no podían creer lo que
veían y se escondieron detrás de un arbusto de frambuesas, pero Lucía pisó un
palo y asustó a los enanos. Martín y Lucía se sentaron en una piedra pero,
después, de un arbusto salieron los cuatro enanos que trajeron dos coronas de
flores para ellos y gritaban:
-¡Viva
los reyes de bosque Terrier!
Ellos aceptaron las coronas y los nombres
de reyes del reino Terrier. Ya esa casi de noche y los dos tenían que estar de
vuelta a casa,no podían pasar la noche en el bosque.
Al día siguiente, temprano por la mañana, Martín entró en el garaje y
cogió todo lo que necesitaban: el martillo, los tablones de madera, cuerdas,
planchas, lámparas entre otras cosas. Mientras, Lucía tomó
pinturas, bocadillos, agua, cartón y dos mantas.
Martín y Lucía se encontraron e hicieron
una carrera a la tierra del desierto detrás de la casa y luego hasta el lecho
seco del arroyo que separa el campo de los bosque. Allí, justo en la orilla,
hay un viejo manzano silvestre, en el que alguien ya, en el olvido, ató una
cuerda. Mantuvieron el equilibrio varias veces, yendo y viniendo, colgando la
cuerda sobre el lecho del río.
-¿Sabes lo que necesitamos? dijo Lucía. Necesitamos un lugar - dijo ella-
sólo para nosotros. Sería un secreto que no se lo diríamos a nadie.
-Esto podría ser un país secreto. Y tú y yo ser dueños de
este país donde nos han coronado.
Caminaron
y caminaron y los dos niños encontraron un gran árbol, perfecto para su hogar. Después
de trabajar todo el día, terminaron la casa del árbol. Paseando por su reino, Martín
y Lucía descubrieron un antiguo cementerio lleno de murciélagos.Tratando de
encontrar una derivación, ellos encontraron un túnel siniestro.El túnel
discurría bajo el cementerio y ahora caían huesos por todas partes, revueltos
con la tierra. Asustados corrieron hasta donde pudieron.Entonces, Martín y
Lucía, oyeron un ruido terrible, un estruendo fuerte. Entre las ramas de los
árboles un cíclope hizo su aparición.
-¿Qué quieres de nosotros? ¿Cuál es tu nombre?, dijo Lucía.
-¡Soy cíclope Odus! ¿Que qué quiero? ¿Qué quiero? Mejor te digo lo que
pasó. Sucede que tengo un ojo y no veo el rastro que queda. ¿Por favor, me quitas
el palo de pie?
-Por supuesto, te ayudaré.
Después de trabajar mucho juntos todo el bosque estaba encantado, todas las
criaturas. Era su mundo de sueños y nadie podía quitárselos...hasta que un día.
Seguían
en Terrier el martes y de nuevo el miércoles. La lluvia continuó de forma
esporádica así que el miércoles el arroyo subió hasta el tronco del manzano. No
fue divertido tener que sentarse con sus pantalones húmedos y fríos durante una
hora, incluso en un reino mágico. El miedo de Martín para cruzar el río creció
con su nivel, pero Lucía no pareció vacilar.
-Creo que
nuestro amado reino ha sido maldecido.
-Vamos a
la arboleda sagrada y preguntemos a los espíritus.
-Tienes
razón, dijo Martín.
Al día
siguiente, Lucía tuvo una pelea con Martín porque ella decía que no cumplió con
su deber como rey del reino Terrier. Huyó a la tierra donde todo el mundo la
entendía y se sentía segura. La cuerda se rompió y se cayó en el lecho del río.
Cuando Martín llego a casa de la escuela, su madre le dijo que Lucía había
muerto en el lecho del río, cerca del bosque. Furioso, fue a la casa de la familia
de Lucía porque no creía todo lo que había pasado.
Después,
Martín regresó al reino Terrier y destruyó la fortaleza que había hecho con
Lucía, gritando:
-¡Es mi
culpa! Debí haber estado allí cuando ella me necesitaba.
Al día
siguiente, después de la escuela, Martín fue allí y cogió la madera; hizo
varios viajes para llevar dos tablones a la orilla del río. Colocó las dos
tablas y comenzó a golpear clavos, para hacer un puente en memoria de Lucía.
1 comentarios:
esta copiado tras de Bridge to Terabithia
estoy segura
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