No sé porque abrí mis ojos. No quería hacer eso, no
quería despertar por nadie ni nada en el mundo. Pero oía ruidos, al principio
creí que eran los latidos de mi corazón que quería vivir y se aceleraba, como
si hubiera sido yo quien lo controlaba, pero los ruidos se volvieron cada vez
más claros y pude darme cuenta que eran voces; voces que me parecían familiares
pero extrañas. El pensamiento de que pudiera haber gente conocida allí,
alrededor de mí, y que me vieran de esa forma, recortado en el piso, me hizo
reaccionar, sin mi voluntad, despertar y mirar despacio alrededor para buscar
algo que me hiciera sentir reconfortado. No encontré nada que me dijera qué
había pasado conmigo o dónde estaba. Me levanté ante las miradas curiosas de
esa gente, que era tan extraña que ni siquiera sabía si era gente.
Todo esto me hacía sentir muy mal y sentí cómo el
frio me abrazaba y me atrapaba en su conjuro. Era casi como si tuviera hielo
dentro de mí, y tengo que decir que no era nada agradable, solo espantoso. Creo
que no tuve otra opción que enfrentarme a la realidad, tratar de buscar un
sentido a lo que estaba pasando allí, en ese raro lugar. Por mucho que me
hubiera gustado cerrar los ojos y olvidarme del mundo, no pude hacerlo porque
atrás se quedaba la muerte, el punto sin retorno. Y por más que dijera que la
muerte es el destino de cada ser, no era tan valiente como para aceptarla
sin intentar, al menos, mostrar que sí, que aún tenía vida en mí, que estaba
vivo y debía reaccionar de alguna manera u otra. Llegó el momento de enterarme, al menos, qué era ese
local donde estaba.
Se parecía a un bar, pero ya me había dado cuenta de
que nada es como parece, así que ese lugar podía ser algo completamente
diferente de lo que yo veía.
La vida me había mostrado un montón de cosas y situaciones que, a veces,
parecían interminables o injustas, que comenzaban sin que tú las esperaras y se
desplegaban exactamente en frente de ti sin darte cuenta de ellas. Algunas eran
como una explosión de relámpagos de emociones y rostros que no tenían sentido o
parecían como un déjà vu, te las
sabes de memoria, cada detalle, cada punto, cada cosita que estaba implicada en
esas acciones, que hubieras podido jurar que no era la primera vez que te
enfrentabas a ellas, que ya las habías vivido pero, al mismo tiempo, eras
consciente de que no era verdad, que no podían haber pasado antes, que era todo
nuevo. Y todo eso me enseñó que no podía confiar en las apariencias, me enseñó
que debía fijarme muy bien en lo que veía. Por eso no quería despertarme,
porque esa iba a ser una más de las mil millones de veces que he estado en una
de esas situaciones que acabo de describir. Iba a ser otra aventura y apenas
había tenido tiempo para relajarme, para estar solo conmigo mismo, para pensar
o analizar algo, solo para descansar mi cabeza que nunca cesaba de
funcionar frenéticamente. Pero el cerebro es el controlador del ser humano y
lógicamente debía hacerle caso, escucharlo.
Sentí unos dedos en mi brazo y dirigí mi
mirada a donde los instintos me llamaban, para encontrar una mujer con pelo
corto y rubio, con ojos de color avellana y con una piel pálida, que de verdad
me hizo temblar porque tenía algo muy raro y fascinante, como solo en los
sueños penetrantes y profundos podías ver y los que yo, de hecho, me había
encontrado alguna vez. Y sin embargo, jamás había visto nada igual, en la
realidad. Me costaba mucho creer lo que veía en frente de mí, estaba seguro de
que era un extraterrestre de otro planeta, porque su rostro era el espejo de mi
reflexión y jamás me había encontrado con alguien que había podido mostrar, al
menos, una característica pequeña de mi personalidad, de mi existencia espiritual.
Pero ahí estaba alguien mirando con sus ojos, además de los míos, que
desvelaban toda mi historia, cada sentimiento y cada pensamiento, hasta los que
no sabía que tenía. Estaba desnudo en sus ojos avellanos penetrantes que me
quemaban, porque sentía cómo se metían dentro de mi cuerpo, dentro de mi alma.
Podía hasta ver mis venas en sus ojos que no paraban de rodearme. Pero lo que
más me extrañó fue el calor que sentía, el hecho de que me gustara y que quería
que nunca se alejara de mí. En ese momento, supe que era alguien que me podía
entender o, al menos, que me conocía. Supe que estaba escrito que nos quedaríamos
juntos, porque estábamos ya enlazados mediante esa estupenda conexión que no
necesita palabras o acciones para comunicarse.
Me sentía tan embelesado que apenas me di cuenta de que
ella trataba de decirme algo. Vi sus labios moverse y entonces reproduje en voz
baja lo que estaba leyendo en su boca:
-Te esperaba- su voz era tan firma, serena y tranquila
como si se tratara de algo ordinario- ¿Por qué tardaste tanto?- no demostraba
ninguna emoción, solo la certeza.
-No sabía que tenía que venir aquí. Discúlpame si te
provoqué algún daño- mi respuesta era de un tono opuesto al de ella, me sentía
tembloroso e inseguro.
-No importa ahora, quizá me apresuré al preguntarte
eso. Mejor dime si te encuentras bien.
-Sí, ahora creo que sí. Me alegro de que al final haya
decidido despertarme. Si hubiera sabido que esto era lo que me esperaba, no me
habría quedado tanto. Pero todo el tiempo aprendo algo nuevo.- no sé si era
esto lo que debía decirle, no sé si era suficiente para ella.
-Yo sabía que ibas a hacerlo. Pero tenía que dejarte hacerlo
solo y sabes muy bien por qué.- de nuevo ella estaba mirando dentro de mí.
-Sí, ahora dime, ¿dónde estamos?
-Estamos en el bar ¨Lu Mingshu¨. Te desmayaste hace 10 minutos.
-Creo que sería mejor si saliéramos afuera. ¿Quieres?-
esperaba que aceptara porque me faltaba el aire fresco.
-Sí, vámonos.- siempre tan segura, como si ya supiera lo que
iba a pasar.
4 comentarios:
Me gusta mucho, parece algo diferente y original
Espero que escribiras mas
muy diferente y muy original, me gusto mucho
Por fin encontre alguien que piense de mi manera !
Creo que es algo muy profundo y que signifique muhco para ti
Me ha gustado mucho. Si, es realmente muy diferente de los demás. Felicidades!
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