Nadie lo puede romper


Alejandro es un chico guapo, atractivo y muy divertido ... Catalina es una chica linda, sensible y honesta. Los dos son estudiantes excepcionales del Colegio Carlos Maurice, los dos valoran la amistad, los dos han construído una amistad indestructible a la edad de 3 años. Son inseparables.
En cuanto al verdadero amor...han tenido varias relaciones, pero ninguno lo ha encontrado hasta ahora.
O tal vez...


Desde hace una semana, Alejandro se ha fijado a primera vista en una linda chica que, prácticamente, sonríe todo el tiempo que está con él. La semana pasada, Catalina se hizo con una descripción detallada de todo lo que significa Inés, la chica intolerante que no deja respirar a Alejandro.

-¿Has visto, Cata?  Inés invitó a toda la clase a su fiesta
-¿Cómo no verlo ...?
-¿Qué piensas? Vamos de compras esta tarde para tener los vestidos más novedosos?
-Iría ... si me hubieran invitado. 
¿Cómo que no tienes una invitación ? Inés probablemente se olvidó preguntarte ... son tantas personas ... y ...
-Estás equivocado. Inés no ha querido invitarme. Parece que yo no la caigo bien, Alex.
-Voy a hablar con ella. Debe ser un error.
- Te equivocas.

Alejandro ve a Inés en la calle.
-¡Inés! ¡Hola! ¡Escucha! Hubo un error ... Cata no ha recibido su invitación ...
- No es un error, Alex. Cata no me soporta. Es inútil invitar a gente con la que no me llevo bien.

Por la noche Alejandro de nuevo vio a Cata.
-Cata ... tenías razón. No sé qué hacer ... no creo que Inés sea mala ... pero tú tampoco eres una persona mala .. Me gustaría ir a su fiesta ... ha estado mucho conmigo últimamente ... ella me ama ...
Catalina no podía escuchar. Si quería hacer algo tenía que hacerlo deprisa, y si no quería hacerlo, también. De una cosa estaba segura: ella no quería perder a Alejandro.
- ¿Últimamente? Yo he estado toda mi vida a tu alrededor. Te he escuchado, te he ayudado, nosotros hemos reido , hemos bromeando, hemos llorando juntos. Si ella te ama yo te idolatro ... yo te he amado toda mi vida. ¡Me encanta tu sonrisa y tus ojos y todo! Te he amado cada noche cuando nos fijamos en las estrellas juntos y soñaba con besar tus labios. Eres un imbécil.
 -¡Otra vez tienes razón. A lo mejor lo que pasa es eso, que soy un imbécilY yo siempre te he amado ... tal vez esta fue la causa por la que las otras relaciones no han durado ...

Se besaron bajo las estrellas brillantes y la amistad se convirtió en un hermoso amor. Y nadie lo ha conseguido romper.


Los dos aventureros del reino Terrier


  Era una hermosa mañana de abril, hacía sol y advertí de refilón que las moreras que bordeaban el campo aparecían cubiertas de una pelusa amarillenta y aromática, indicio de primavera. Un chico llamado Martín pasó por este campo para llegar a la parada de autobús. Listo para la escuela, se subió y se sentó junto a una chica rubia, con ojos marrones, no muy alta.
      -¡Hola! Soy Martín. ¿Eres la nueva compañera?
      -Sí...soy Lucía. ¡Me alegro de conocerte!
      -¿Cuándo te mudaste?
      -Me mudé hace dos días a la casa de al lado.
      -¡Maravilloso!
  Después dela escuela,regresando a casa,los dos amigos estuvieron hablando atrás todo el camino y han llegado a darse cuenta de cuántas cosas les gusta a ambos. Lucía miró el bosque y le pidió a Martín que fueran a dar una caminata a través del bosque viejo. Vagando por los caminos,apareció ante ellos un largo camino:a través de senderos empinados. Caminaron por ambas rutas largas, sorteando las largas ramas de árboles secas que crecen en árboles y se olvidan de la naturaleza,atormentados por el silbido del viento.
    Martín, de repente, escuchó música en un calvero y fue allí con Lucía. En el calvero había cuatro enanitos que tocaba la flauta. Los dos niños no podían creer lo que veían y se escondieron detrás de un arbusto de frambuesas, pero Lucía pisó un palo y asustó a los enanos. Martín y Lucía se sentaron en una piedra pero, después, de un arbusto salieron los cuatro enanos que trajeron dos coronas de flores para ellos y gritaban:
       -¡Viva los reyes de bosque Terrier!
    Ellos aceptaron las coronas y los nombres de reyes del reino Terrier. Ya esa casi de noche y los dos tenían que estar de vuelta a casa,no podían pasar la noche en el bosque.
     Al día siguiente, temprano por la mañana, Martín entró en el garaje y cogió todo lo que necesitaban: el martillo, los tablones de madera, cuerdas, planchas, lámparas entre otras cosas. Mientras, Lucía tomó pinturas, bocadillos, agua, cartón y dos mantas.
     Martín y Lucía se encontraron e hicieron una carrera a la tierra del desierto detrás de la casa y luego hasta el lecho seco del arroyo que separa el campo de los bosque. Allí, justo en la orilla, hay un viejo manzano silvestre, en el que alguien ya, en el olvido, ató una cuerda. Mantuvieron el equilibrio varias veces, yendo y viniendo, colgando la cuerda sobre el lecho del río.
        -¿Sabes lo que necesitamos? dijo Lucía. Necesitamos un lugar - dijo ella- sólo para nosotros. Sería un secreto que no se lo diríamos a nadie.
         -Esto podría ser un país secreto. Y tú y yo ser dueños de este país donde nos han coronado.
     Caminaron y caminaron y los dos niños encontraron un gran árbol, perfecto para su hogar. Después de trabajar todo el día, terminaron la casa del árbol. Paseando por su reino, Martín y Lucía descubrieron un antiguo cementerio lleno de murciélagos.Tratando de encontrar una derivación, ellos encontraron un túnel siniestro.El túnel discurría bajo el cementerio y ahora caían huesos por todas partes, revueltos con la tierra. Asustados corrieron hasta donde pudieron.Entonces, Martín y Lucía, oyeron un ruido terrible, un estruendo fuerte. Entre las ramas de los árboles un cíclope hizo su aparición.
            -¿Qué quieres de nosotros? ¿Cuál es tu nombre?, dijo Lucía.
            -¡Soy cíclope Odus! ¿Que qué quiero? ¿Qué quiero? Mejor te digo lo que pasó. Sucede que tengo un ojo y no veo el rastro que queda. ¿Por favor, me quitas el palo de pie?
             -Por supuesto, te ayudaré.
    Después de trabajar mucho juntos todo el bosque estaba encantado, todas las criaturas. Era su mundo de sueños y nadie podía quitárselos...hasta que un día.
      Seguían en Terrier el martes y de nuevo el miércoles. La lluvia continuó de forma esporádica así que el miércoles el arroyo subió hasta el tronco del manzano. No fue divertido tener que sentarse con sus pantalones húmedos y fríos durante una hora, incluso en un reino mágico. El miedo de Martín para cruzar el río creció con su nivel, pero Lucía no pareció vacilar.
     -Creo que nuestro amado reino ha sido maldecido.
     -Vamos a la arboleda sagrada y preguntemos a los espíritus.
     -Tienes razón, dijo Martín.
     Al día siguiente, Lucía tuvo una pelea con Martín porque ella decía que no cumplió con su deber como rey del reino Terrier. Huyó a la tierra donde todo el mundo la entendía y se sentía segura. La cuerda se rompió y se cayó en el lecho del río. Cuando Martín llego a casa de la escuela, su madre le dijo que Lucía había muerto en el lecho del río, cerca del bosque. Furioso, fue a la casa de la familia de Lucía porque no creía todo lo que había pasado.
     Después, Martín regresó al reino Terrier y destruyó la fortaleza que había hecho con Lucía, gritando:
      -¡Es mi culpa! Debí haber estado allí cuando ella me necesitaba.
      Al día siguiente, después de la escuela, Martín fue allí y cogió la madera; hizo varios viajes para llevar dos tablones a la orilla del río. Colocó las dos tablas y comenzó a golpear clavos, para hacer un puente en memoria de Lucía.


Una noche sobrenatural

Era una noche sobrenatural, uno de esos momentos en que pueden verse velas de ánimas brillando en el camino. Todo era extraño, había ramas de árboles en el suelo y troncos en el cielo, personas que volaban y pájaros que corrían. Era una imagen extraña.
Vi como el agua fluía de abajo hacia arriba, peces que nadaban en el aire y mariposas que salían del agua.
Era un hermoso espectáculo, tal vez parecido a un sueño absurdo, aquella extraña gradería de puertecitas y tejados reflejándose al revés en el agua.
Todo era cada vez más extraño. Oí sonar la alarma del reloj y me di cuenta de que todo era un sueño.

La leyenda de un amor

Algunas noches de luna llena, en las que reina una magia especial  en los bosques puede ocurrir que un ciervo anciano se ponga a contar la leyenda del  Bosque sin nombre.Todos los animales se sentaron para escuchar la historia. El sonido del río era como el sonido de un arpa encantada y la forma en que se entrelazaba con la voz del ciervo despertaba el interés de los que escuchaban. La historia empezó como una normal...

Érase una vez una criatura mitológica que vivía en un bosque situado en la cima del Monte Milagro.Ningún hombre podía encontrar el camino hacia el bosque. Allí vivían solo los animales y la criatura .El bosque se encontraba cerca de tres rocas gigantes que perforaban las alturas. El agua caía con gran velocidad chocándose con las piedras y creando pequeños vórtices que se separaban del agua, saltaban en el aire y se ahogaban en el río.Sobre el agua interminable el arco iris se trenzaba, bailando vertiginoso. La criatura mitológica era un hombre muy guapo con el pelo rubio y unos ojos muy extraños de un azul como el color del cielo y se transformaban en un azul oscuro, como el mar en una tormenta, cuando se enojaba.Su nombre era Mijo. Mijo podía controlar la naturaleza, hablar con los animales y era tan fuerte que podía matar un ejército entero en solo cinco minutos.Pero él siempre usó sus poderes solo para ayudar porque tenía un alma buena como el de un ángel.Su mejor amigo era un ciervo. Los animales preguntaron:
- ¿Ese ciervo eres tú?
Esto no es importante.
- ¿Cómo que no?¡Dinos!
- No, no era yo. ¿Contentos?

El ciervo continuó...Ahora vamos a regresar al mundo humano. En un pueblo cerca del Monte Milagro vivía una chica hermosa con el pelo negro y unos ojos verdes y claros en los cuales se reflejaba la hermosura del mundo. Su piel era blanca y fina y sus labios rojos como la sangre. La chica se llamaba Rosalinda. Eran las ocho de la tarde y el sol estaba a punto de ponerse. Un pedazo del sol se rompió y cayó en la linea de unión del cielo con la tierra. La chica estaba en su habitación, peinándose. De repente se oyó un grito muy fuerte. Era el grito de su mamá. Salió rápido del cuarto pero al llegar afuera se quedó como una piedra.Todo el patio estaba lleno de soldados y sus padres estaban de rodillas, frente al capitán. Detrás del capitán había un hombre que sonreía con una maldad que se podía ver en cada pedazo de su cuerpo. Era el más rico de la región y toda la gente le tenía miedo.
- ¡Capturad al traidor y a su familia! dijo el hombre.
- ¡ No me toquéis ! ¿Sabéis quién es mi padre? ¡Es el magistrado!
- ¿Qué magistrado? ¡Él es el criminal que vendió a su país!
¡Esto no es cierto! gritó Rosalinda.
- ¡Déjalo hija! ¡Todo estará bien! Dios sabe que somos inocentes.

  Rosalinda gritaba y no dejaba que nadie la tocara. El  hombre que estaba detrás se acercó a la chica pero ella lo arañó con las uñas.
             
-  ¡Qué fiera es tu hija! Pero esto que me hizo la va a costar muy caro. La voy a mandar a una casa de citas y el primero que la visite seré yo.
              
            Oyendo esto, el magistrado saltó al cuello del hombre y el capitán lo mató en seguida. La madre de Rosalinda, viendo a su esposo muerto, tomó una espada y  se suicidó. Rosalinda se quedó llorando y gritando de dolor cerca de los cuerpos sin vida. El hombre se acercó y le dijo muy despacio, -esto no habría pasado si tu padre no se hubiera metido en mis negocios. ¡Vamos! ¡Llevadla!
           
               Las gotas calientes del sol y de un rojo como la sangre corrían atormentadas y anémicas mientras Rosalinda caminaba rodeada por soldados. La luna se veía en el cielo lanzando una luz tenue y  una casa grande empezó a tomar forma. De la casa salió una mujer muy elegante y arreglada. Uno de los soldados tomó a Rosalinda y dijo:
 -Esta es la nueva chica de cual de hablo el capitán.¡Tómala!
              
  Los soldados se fueron y Rosalinda entró en el patio con la mujer.
  -Yo no voy a entrar en esta casa nunca. ¡Mejor me muero!
  -Estas son solo figuras de niñas malcriadas. Ahora ya no eres una niña de familia buena si no una chica como todas la chicas de aquí, una chica que vende su cuepo a los hombres.
 -Yo no  voy a ser nunca como las chicas de aquí.
- A ver  si vas a decir lo mismo después de tres días.¡Atadla al ''árbol de la vergüenza''  y dejadla allí sin comida y sin agua hasta que quiera entrar en la casa!

            Rosalinda se quedó allí tres días.El  frío penetraba su piel, su carne y sus huesos. El plato de comida estaba delante de ella pero no se podía liberar de la cadena. Su cuello estaba seco por la sed y sus ojos estaban a punto de cerrarse cuando una luz muy fuerte apareció delante de ella.Se desmayó y  despertó en los brazos de un hombre rubio con unos ojos azules como el cielo.
-  ¿Era Mijo? Preguntaron los animales.
 -Sí,sí...era él, dijo el ciervo anciano.
            
              La historia continuó...
Rosalinda empezó a mirar a los alrededores. A los pies de las montañas, un río brillaba en la luz del sol. No se oía nada. Ningún sonido le atormentaba el sueño del bosque. La vista era tan hermosa como si la mano de un pintor hubiera tomado su paleta de colores y la hubiera pintado. Era tan encantadora que podía decir que la naturaleza le puso debajo de los ojos un collar de perlas en una bandeja de esmeralda.

- ¿Dónde estamos?
- En mi bosque.
- ¿Cómo llegue aquí?
- ¡Yo te traje!
- Gracias por salvarme pero yo soy la hija de un traidor. No me puedes esconder porque te van a matar también a ti.
- ¡Tranquila! Aquí no nos va a encontrar nadie. ¡A mí no me pueden matar tan fácil! ¡Conmigo estás a salvo! ¡Ahora ven aquí! ¿Qué quieres comer? ¿Un conejo o una rana?

             Rosalinda no sabía qué decir, así que cogió rápido un melocotón y dijo que esto es lo que le gusta comer. Mijo corrió  y regresó con una bolsa llena de melocotones. Desde entonces cada vez que veía que a ella le gustaba algo le traía un bolso lleno. Una vez vio que Rosalinda miraba una mariposa así que le trajo un saco lleno de mariposas de todos los colores. A veces un simple juego puede convertirse en un amor sin límites. Nuestros personajes no sabían que  lo que ellos sentían se llamaba amor hasta que un día Rosalinda preguntó a Mijo:

- ¿Desde cuándo estás viviendo aquí?¿Tienes familia?
- Ya he perdido la cuenta de los años. Mi única familia es él, dijo Mijo , mirando al ciervo que dormía en la entrada de la cueva. ¿Cómo es tener familia?
- La familia es como un libro de cuentos que te dice qué es malo y qué no, qué es justo y qué no, qué debes hacer y qué no. La familia es como una bendición de Dios.
- Debe ser muy lindo tener una familia.¿Cómo era tu mamá?
- Mi mamá tenía unos ojos negro, unos ojos que me hacían pensar en la manera que me miraba cuando estaba enferma. Ella estaba siempre allí cuando necesitaba algo: un consejo, un abrazo ,un beso.Cuando ella me abrazaba, oía su corazón latiendo y me daba una sensación de paz, una sensación que extraño...

Rosalinda se puso a llorar y Mijo la abrazó:
 -Sé que no es lo mismo, pero si lo necesitas puedes escuchar el latido de mi corazón.
      
  Los dos se quedaron unos minutos sin decir ninguna palabra.
- Te quieres casar conmigo? dijo Mijo después de un tiempo.
- Pero soy la hija de un traidor.
- ¿Te quieres casar conmigo?
- Pero soy una chica que escapo de una casa de citas.
- ¿Te quieres casar conmigo?
 - Pero es que....
       No pudo terminar la frase porque Mijo la agarró y le dio un beso.
- ¿Te quieres casar conmigo?
 -Tengo miedo, todavía recuerdo el dolor que me apretaba el pecho, todavía siento el ardor de las lágrimas y la desesperación que me sofocaba el corazón intentando matar y la última gota de esperanza que me había quedado.Tú fuiste el que me salvó, el que me hizo sonreír de nuevo y que escondió mis lágrimas en sus manos. Claro que me quiero casar contigo.
              
  Unas horas después Rosalinda se quedó dormida pero Mijo no tenía sueño.La idea de ser una criatura mitológica lo atormentaba. Quería ser humano pero sabía que era imposible. Entonces el ciervo se acercó y le dijo que lo siguiera. Los dos llegaron cerca de un casa chiquita que estaba cubierta por vegetación. De la casa salía un olor a canela. Al entrar en la casa vieron un viejo vestido negro con un aire muy extraño. Cuando regresó Rosalinda todavía estaba dormida. Se puso a su lado y empezó a mirarla pero su mirada era diferente ahora, era una mirada llena de preocupación.
   
- Esta no es toda la historia. Falta algo. ¿Que pasó en la casa del viejo?
- Todo a su tiempo. Ahora ya es tarde.Tenemos que dormir.
- ¡No! ¡Queremos escuchar la historia, por favor!
- Vale, vale, dijo el ciervo anciano continuando con su cuento.
  
Un día, después de que conociera muy bien el camino hacia el bosque, un camino que ningún otro ser humano sabía, Rosalinda se decidió a darle una sorpresa a su futuro marido así que se despertó una hora antes y se fue a buscar unas plantas. De repente empezó a oír el sonido de unos pasos. Cuando se dio la vuelta, vio detrás de ella mas de veinte soldados. Mijo, que estaba en el bosque oyó el grito de Rosalinda y se fue corriendo hacia ella. En el camino recordó las palabras del viejo : ''Si quieres ser un ser humano no puedes matar ningún otro ser humano y no puedes mostrar tus poderes a nadie durante 100 días. Si lo haces te vas a morir”. Su furia era tan fuerte que un montón de nubes negras aparecieron. El viento furioso gritaba y los relámpagos caían como piedras de fuego rasgando el cielo. El brillo del fuego alumbraba el horizonte, las nubes hervían y la tierra temblaba. A Mijo le empezaron a crecer las garras, le salieron nueve colas y los ojos se hicieron de un azul oscuro como el mar en el tiempo de una tormenta. Viendo a Rosalinda atada, no pudo controlar la furia y mató a todos la soldados en solo cinco minutos. Después quiso tomar a Rosalinda pero ella lo rechazó.

- No me toques. ¡Eres un monstruo!
- Soy yo todavía.
- ¡La persona de cual yo me enamoré era un ser humano, no un monstruo!
- ¿Pero Rosalinda no amaba a Mijo?preguntaron los animales.
-El amor es un sentimiento raro. Es un lugar donde espera el vapor del deseo, un camino hacia la eternidad, un viaje que implica compromisos que a veces exceden el poder de comprensión de una persona. Sin embargo, una sola mentira puede destrozar esa confianza sin límites, que para algunas almas es la base del amor. Por culpa de esa mentira, Rosalinda perdió la razón y traicionó a Mijo, diciendo al coronel el lugar donde se escondía la fiera. En unas horas, miles de soldados entraron en el bosque. Saliendo de su cueva, Mijo vio a Rosalinda y se dio cuenta de todo. Entonces le vinieron a la mente las palabras del viejo: ''Si  no puedes hacer lo que te dije y rompes las reglas, te puedes salvar todavía si la mujer que amas te ama de verdad y si no te traiciona. Pero si lo hace, aún te puedes salvar con la sangre de un ser querido. ¡Sí! Debes ofrecerme a alguien importante para ti y recitar mi maldición mientras lo matas. Claro que ese ser querido del que estoy hablando es Rosalinda.¡Toma este cuchillo! Con el tendrás que matarla. Mijo tenía el cuchillo en la mano pero su mano temblaba. Se acercó a Rosalinda y le dijo:
- ¿Por qué lo hiciste?
- ¿Cómo que por qué? ¡Eres un monstruo! ¡Me mentiste!
- Pero yo te amaba. A mí no me importó ni que eras la hija de un traidor, ni que eras una chica de una casa de citas.
-Pero es diferente...

Mijo levantó el cuchillo y gritó el nombre de Rosalinda pero no la pudo matar y tiró el cuchillo.

- ¿Cómo poder matarte? Sabes...me traicionaste, pero no te puedo odiar por que te amo. Amándote a ti entendí por la primera vez el susurro de las hojas y todavía tengo clavado en mi corazón el sonido de las gotas de lluvia.

                El coronel se acercó y quiso matar a Mijo pero el ciervo se puso delante de él y le hirió. Las manos de Mijo empezaron a desaparecer. Las lágrimas le inundaron el rosto que apenas se veía. Una luz azul que brillaba más que el sol iluminó a Mijo. Rosalinda miró la luz hasta que se fue. Una lágrima  cayó de sus ojos verdes y llenos de duda. Los soldados se fueron pero Rosalinda se quedó un momento al lado del ciervo. Por primera vez lo pudo entender.

- El quiso convertirse en un ser humano por ti. Para salvarte a  ti, ese día rompió las reglas del trato con el viejo. Y por culpa de tu traición, murió. ¿Ves este cuchillo? Si Mijo te hubiera matado con él se habría salvado pero no lo pudo hacer. Él no te pudo matar, en cambio tú lo hiciste. Dices que él es un monstruo pero el verdadero monstruo eres tú.
           
                 Rosalinda se acercó al río, se puso de rodillas y las lágrimas empezaron a caer sobre su bonito rostro. El bosque lloraba también. Lloraban las hojas del álamo, lloraba el majestuoso haya, hasta el roble fuerte como una roca derramaba lágrimas de dolor. El murmullo dulce y suave del río se convirtió en una canción de luto. El agua era turbia como si la vida hubiera desaparecido de allí. Rosalinda lloraba y sus lágrimas se mezclaban con las del río. De repente, vio el cuchillo, lo tomó y se quedó un rato sin moverse. Miró el cielo y grito: ¡Perdóname!, clavándose el cuchillo en el corazón.

- No me gusta el final. ¡Ellos debían casarse y vivir felices para siempre como en todos los cuentos!
- Este es un cuento distinto. Y, ¿quién sabe? Tal vez se reunieron en la vida del más allá. Los poderes del Destino son invencibles. A veces se es simplemente incapaz de cambiar algo porque el destino es el artista-creador de la vida.Y la vida es un camino perpetuo que seguimos para buscar su cumplimiento a través del ideal.
- Esto es cierto pero el ciervo...¿qué pasó con el ciervo y con el bosque?
- El bosque es ahora un lugar sagrado donde ningún ser humano puede entrar. Y el ciervo....esta es otra historia muy larga que os contaré la próxima vez. Pero le aseguro de que él si tuvo una vida larga y feliz.
- ¿La leyenda que nos contaste es de verdad?
- Claro que no, es solo una leyenda, como todas las leyendas.


                El ciervo anciano se levantó y cuando dio la vuelta se pudo observar una gran cicatriz en la espalda, una cicatriz que parecía hecha por una espada. Los animales se quedaron callados, mirándolo hasta que desapareció en la oscuridad de la noche. La luna brillaba y el silencio reinaba sobre el bosque.

Querida amiga


¿Cómo estás?
Acabo de recibir tu carta y te agradezco tus felicitaciones. Anoche mis padres organizaron una fiesta para festejar mi cumpleaños. No me he enfadado porque no has podido venir .No pasa nada, lo he entendido en la carta que me enviaste.
Yo estoy bien, gracias. Estoy en la escuela, con las tesis y espero con impaciencia el viernes porque estoy muy cansada de ayer cuando festejé mi cumpleaños. Lo bueno del viernes, cuando sales de casa, es que sabes que por delante tienes diez horas de libertad y al regresar a casa, te dejas caer en la cama rendido, y la sensación se prolonga hasta la hora de volver a salir el sábado por la noche.
Espero que nos vemos muy pronto porque en realidad te extraño mucho. Hoy en la escuela tuve un día muy hermoso, no hice nada, solo hablamos sobre lo que hemos querido. Nosotros hemos elegido la adolescencia, el amor y el respeto. He aprendido muchas cosas interesantes sobre la vida y me ha hecho pensar mucho lo que ha dicho el profesor de rumano, que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Quiero que nos veamos para recordar todos los momentos que hemos pasado juntas, como dos hermanas que se ayudan y se ayudarán siempre.
Estoy un poquito pensativa también por lo que ha dicho el profesor de español, que siempre tienes que ser tú y que no dejes que nadie te cambie porque así como eres, eres único y especial.

Esto es todo por el momento, te escribiré muy pronto y no te olvides de lo que te he dicho, ya sé que, probablemente, lo tienes en cuenta. Al igual que todo de lo que hemos hablado ayer por teléfono sobre todos nuestras novedades. No te olvides de que yo te quiero por lo que eres, y no por lo que tienes.

Wandering


      No sé porque abrí mis ojos. No quería hacer eso, no quería despertar por nadie ni nada en el mundo. Pero oía ruidos, al principio creí que eran los latidos de mi corazón que quería vivir y se aceleraba, como si hubiera sido yo quien lo controlaba, pero los ruidos se volvieron cada vez más claros y pude darme cuenta que eran voces; voces que me parecían familiares pero extrañas. El pensamiento de que pudiera haber gente conocida allí, alrededor de mí, y que me vieran de esa forma, recortado en el piso, me hizo reaccionar, sin mi voluntad, despertar y mirar despacio alrededor para buscar algo que me hiciera sentir reconfortado. No encontré nada que me dijera qué había pasado conmigo o dónde estaba. Me levanté ante las miradas curiosas de esa gente, que era tan extraña que ni siquiera sabía si era gente.
     Todo esto me hacía sentir muy mal y sentí cómo el frio me abrazaba y me atrapaba en su conjuro. Era casi como si tuviera hielo dentro de mí, y tengo que decir que no era nada agradable, solo espantoso. Creo que no tuve otra opción que enfrentarme a la realidad, tratar de buscar un sentido a lo que estaba pasando allí, en ese raro lugar. Por mucho que me hubiera gustado cerrar los ojos y olvidarme del mundo, no pude hacerlo porque atrás se quedaba la muerte, el punto sin retorno. Y por más que dijera que la muerte es el destino de cada ser, no era tan valiente como para aceptarla sin intentar, al menos, mostrar que sí, que aún tenía vida en mí, que estaba vivo y debía reaccionar de alguna manera u otra. Llegó el  momento de enterarme, al menos, qué era ese local donde estaba.
     Se parecía a un bar, pero ya me había dado cuenta de que nada es como parece, así que ese  lugar podía ser algo completamente diferente de lo que yo veía.
La vida me había mostrado un montón de cosas y situaciones que, a veces, parecían interminables o injustas, que comenzaban sin que tú las esperaras y se desplegaban exactamente en frente de ti sin darte cuenta de ellas. Algunas eran como una explosión de relámpagos de emociones y rostros que no tenían sentido o parecían como un déjà vu, te las sabes de memoria, cada detalle, cada punto, cada cosita que estaba implicada en esas acciones, que hubieras podido jurar que no era la primera vez que te enfrentabas a ellas, que ya las habías vivido pero, al mismo tiempo, eras consciente de que no era verdad, que no podían haber pasado antes, que era todo nuevo. Y todo eso me enseñó que no podía confiar en las apariencias, me enseñó que debía fijarme muy bien en lo que veía. Por eso no quería  despertarme, porque esa iba a ser una más de las mil millones de veces que he estado en una de esas situaciones que acabo de describir. Iba a ser otra aventura y apenas había tenido tiempo para relajarme, para estar solo conmigo mismo, para pensar o analizar algo, solo para descansar  mi cabeza que nunca cesaba de funcionar frenéticamente. Pero el cerebro es el controlador del ser humano y lógicamente debía hacerle caso, escucharlo.
      Sentí unos dedos en mi brazo y dirigí mi mirada a donde los instintos me llamaban, para encontrar una mujer con pelo corto y rubio, con ojos de color avellana y con una piel pálida, que de verdad me hizo temblar porque tenía algo muy raro y fascinante, como solo en los sueños penetrantes y profundos podías ver y los que yo, de hecho, me había encontrado alguna vez. Y sin embargo, jamás había visto nada igual, en la realidad. Me costaba mucho creer lo que veía en frente de mí, estaba seguro de que era un extraterrestre de otro planeta, porque su rostro era el espejo de mi reflexión y jamás me había encontrado con alguien que había podido mostrar, al menos, una característica pequeña de mi personalidad, de mi existencia espiritual. Pero ahí estaba alguien mirando con sus ojos, además de los míos, que desvelaban toda mi historia, cada sentimiento y cada pensamiento, hasta los que no sabía que tenía. Estaba desnudo en sus ojos avellanos penetrantes que me quemaban, porque sentía cómo se metían dentro de mi cuerpo, dentro de mi alma. Podía hasta ver mis venas en sus ojos que no paraban de rodearme. Pero lo que más me extrañó fue el calor que sentía, el hecho de que me gustara y que quería que nunca se alejara de mí. En ese momento, supe que era alguien que me podía entender o, al menos, que me conocía. Supe que estaba escrito que nos quedaríamos juntos, porque estábamos ya enlazados mediante esa estupenda conexión que no necesita palabras o acciones para comunicarse.
     Me sentía tan embelesado que apenas me di cuenta de que ella trataba de decirme algo. Vi sus labios moverse y entonces reproduje en voz baja lo que estaba leyendo en su boca:
      -Te esperaba- su voz era tan firma, serena y tranquila como si se tratara de algo ordinario- ¿Por qué tardaste tanto?- no demostraba ninguna emoción, solo la certeza.
     -No sabía que tenía que venir aquí. Discúlpame si te provoqué algún daño- mi respuesta era de un tono opuesto al de ella, me sentía tembloroso e inseguro.
     -No importa ahora, quizá me apresuré al preguntarte eso. Mejor dime si te encuentras bien.
     -Sí, ahora creo que sí. Me alegro de que al final haya decidido despertarme. Si hubiera sabido que esto era lo que me esperaba, no me habría quedado tanto. Pero todo el tiempo aprendo algo nuevo.- no sé si era esto lo que debía decirle, no sé si era suficiente para ella.
    -Yo sabía que ibas a hacerlo. Pero tenía que dejarte hacerlo solo y sabes muy bien por qué.- de nuevo ella estaba mirando dentro de mí.
    -Sí, ahora dime, ¿dónde estamos?
    -Estamos en el bar ¨Lu Mingshu¨. Te desmayaste hace 10 minutos.
    -Creo que sería mejor si saliéramos afuera. ¿Quieres?- esperaba que aceptara porque me faltaba el aire fresco.

    -Sí, vámonos.- siempre tan segura, como si ya supiera lo que iba a pasar.

Teresa

Era un domingo muy hermoso de primavera. Teresa se aburría en casa y salió a pasear por el pueblo. Como era un día de descanso toda la plaza estaba llena de gente. Todos conocían a Teresa,  porque  su padre, Alfonso Almonte, era el presidente municipal del pueblo. Desde que vino aquí  ha salido muy pocas veces de casa, solo para pasear o para visitar a su mejor amiga, Paloma. Se sentía muy sola y no entendía por qué sus padres tomaron  la decisión de mudarse aquí, de dejar atrás sus vidas en la ciudad. Sin duda, no le gustaba la vida en el campo, prefería la ciudad, donde podía hacer tantas cosas como tomar un café con sus amigas, ir de compras o ver una película en el cine, en cambio aquí se aburría todo el tiempo y no hacía nada más que dormir, comer, leer y pasear por el pueblo.
Llego al medio de la plaza donde había quedado para verse con Paloma. Después de unos cinco minutos Paloma llegó.
-Amiga, te estaba esperando. Me he aburrido muchísimo esta semana en la casa. No hice nada más que leer, comer y dormir. Ya no quiero estar aquí, ya no soporto esta vida. Si pudiera me largaría hoy mismo a la ciudad.
-Te creo Teresa, yo ya me acostumbre a la vida en el campo y entendí que no tengo otra alternativa, tengo que aceptarlo. Además, sabes que a mí, por culpa de mi enfermedad no me viene bien el aire contaminado que hay en la ciudad. Pero querría hablar contigo porque me enteré de algo que seguramente te interesa.
-Pues dime de qué se trata.
-Me dijo mi mamá que mañana vendrá un grupo de médicos voluntarios de Madrid para examinar a toda la gente y especialmente a los niños que no tiene recursos para ir al médico. Sabes que en esta zona hay muchos pobres que viven de un día a otro.
-¡Qué bien! Me alegro mucho que todavía haya gente buena que piensa y en los pobres. Me encantaría mucho conocerlos y tal vez poder ayudarlos.
Desde pequeña, Teresa quiso convertirse en un gran médico. Y ahora, cuando tenía 21 años pensaba igual, pero sus padres no estaban de acuerdo con esto, ellos querrían que su hija sea la directora de su empresa de alimentos. Teresa siempre había sido manejada por sus padres, especialmente por su madre, y nunca tuvo el valor de desobedecerlos. Es una chica bastante comunicativa pero siempre se mantiene lejos de los demás.
-Sé que siempre quisiste ser médico. Pero en la vida no todas las cosas salen así como queremos nosotros.
-Pues ya me acostumbré a la idea de que nunca seré médico.
-No estés triste, mañana iremos a ver a esos médicos y así te distraerás un poco.
Al día siguiente, los médicos llegaron. Eran tres médicos, muy competentes y muy conocidos en Madrid. Uno de ellos era pediatra.
-Buenos días, soy Teresa, la hija del presidente municipal del pueblo, y ella es mi amiga Paloma. Venimos a darles la bienvenida y a ayudarles.
-Buenos días, mi nombre es Arturo y soy médico pediatra. Ellos son mis compañeros: Alejandro y Sebastián.
-Estamos encantados.
Arturo era un hombre muy tímido, se sentía muy avergonzado cada vez que conocía a alguien, creía que él era un discapacitado que puede provocar solo lástima y que todos piensan lo peor de él. Después de un accidente ya no pudo ser el mismo de antes, aunque habían pasado 5 años desde entonces. No se pudo acostumbrar a la idea de que perdió la pierna derecha. A veces quería morirse, pensaba que era mejor estar muerto que llevar una pierna de palo. Pero tenía un sueño, quería ayudar a todos los niños y enseñarles a cuidarse para que no les pasara nada malo. No quería que nadie sufriera como sufría él. Esto era la única razón que lo mantenía con ilusión por vivir.
-Pues, nos gustaría conocer mejor el pueblo y avisar a toda la gente  que venga a revisión, dijo Sebastián.
-Podemos dar un paseo por todo el pueblo, si están de acuerdo. Contestó Paloma.
- Me parece una buena idea, continuó Alejandro. ¿Qué dices Arturo, quieres acompañarnos?
-Pues yo no puedo caminar tanto, id vosotros.
-¿Por qué no puedes venir con nosotros? ¿Te sientes mal?, preguntó Teresa.
-Lo que pasa es que llevo una pierna de palo y no puedo caminar mucho, dijo muy avergonzado Arturo.
-Te podemos ayudar, te vendrá bien tomar un poco de aire fresco. No puedes estar encerrado toda la vida.
- Está bien Teresa, tienes razón.
Al salir Teresa lo ayudó a levantarse tomándolo de la mano y estuvieron por unos minutos así, muy cerca el uno del otro.
Caminaron hacia las calles animadas. Ella había recuperado su carácter cercano y él había dejado a un lado su timidez y su pierna de palo. Porque se había olvidado, por primera vez, en aquellos minutos, de que lleva  una pierna de  palo.
Ya había pasado una semana. Teresa había estado cada día en el dispensario, acompañando a los médicos y ayudándolos. Le gustaban muchísimo los niños y por  eso le gustaría estar cerca de Arturo. También sentía que él estaba muy triste, que sufría mucho por algo, y pensaba ella, seguramente por culpa de la pierna. Quería hacerlo sentirse bien, pensaba que Arturo necesitaba darse cuenta de que él es un hombre normal y además muy inteligente, muy bueno y muy guapo. Tenía una muy buena opinión sobre él, lo apreciaba pero, a la vez, le gustaba mucho. Nunca había encontrado una persona tan diferente, tan especial, tan buena. A veces se decía a ella misma que le gustaría que Arturo se quedara aquí para siempre; a ella no le importaba que él tuviera una pierna de  palo, solo quería estar a su lado siempre. Y así, Teresa, sin querer se enamoró cada día un poco más de Arturo. Siempre pensaba en él, y esperaba con mucha impaciencia el próximo día, para poder verlo.
Pero Arturo no pensaba de la misma manera. A él también le gustaba mucho Teresa, y pensaba que si hubiera sido un hombre normal habría intentado conquistarla, pero en su situación, no pensaba en el amor, sabía que era incapaz de hacer a alguien feliz, y mucho menos a ella que era una joven tan distinguida y tan especial.
-Pues creo que ya terminamos nuestro trabajo aquí. Ya ha pasado un mes y tenemos que regresar, dijo Sebastián.
-Pues creo que tienes razón, ya hemos pasado consulta a toda la gente y les hemos ayudado a que estén más sanos de ahora en adelante, continuo Alejandro.
-Yo no me quiero regresar todavía, en la ciudad hay muchos médicos pediatras, pero aquí a los niños les falta tanto la ayuda de un médico. Por lastima, la mayoría de ellos llevan una vida muy difícil y si siguen así se enfermarán. Además algunos están muy enfermos, tengo que mantenerlos bajo observación.
-Pues entonces quédate tú, nosotros regresamos a Madrid.
Ya era de noche. Teresa paseaba muy triste, casi  llorando por una calle que estaba cerca del dispensario. Se había enterado de que los médicos se irían por la mañana y no se hacía a la idea de que ya no vería a Arturo nunca más. No había un alma en toda la calle, hasta que apareció un mendigo. Venía por la misma acera, encorvado y sombrío, sujetándose la boina a la cabeza con la mano. Detrás de él, Teresa vio a Arturo. Entonces Teresa estalló en lágrimas al pensar que esta era la última vez que vería a Arturo.
-¿Qué tienes Teresa? ¿Por qué lloras?
-Pues he oído que mañana os vais. Ya no te volveré a ver nunca y no quiero esto.
-Yo no me voy, solo se irán Alejandro y Sebastián.
-En serio, me alegro mucho. No quiero estar lejos de ti, no quiero que te vayas nunca, no puedo vivir sin ti, Arturo. Estoy enamorada de ti.
-Teresa, pero tú no puedes estar  enamorada de alguien como yo. Llevo una pierna de palo, no soy un hombre normal, no puedo hacer tantas cosas, no te puedo hacer feliz, créeme que mereces algo mucho mejor que yo.
-Arturo yo soy feliz solo con verte, no me importa que tengas una pierna de palo, eres un hombre maravilloso y bueno. ¡Me alegro tanto de haberte conocido!
-Dices esto ahora, pero después te darás cuenta de que no puedes ser feliz con un hombre como yo.
-Tú eres un hombre normal y creo que puedes hacer feliz a cualquier mujer.
-Llevo una pierna de palo, ¿no te das cuenta?
-Si me doy cuenta, entiende que esto a mí no me importa, quiero estar contigo y hacerte muy feliz. Te puedes quedar para siempre en el pueblo. Mi padre es el presidente municipal y te dará una casa aquí.
-Si se enterara de que ando contigo me va a correr. ¿Qué dirían tus padres si se enteraran de que estas enamorada de un hombre como yo?
-No me importa lo que digan ellos, si tú tienes los mismos sentimientos que yo, me voy a enfrentar a ellos. Pero ellos me aman muchísimo y si se dan cuenta de que yo soy feliz a tu lado aceptarán.
-Teresa, yo también estoy enamorado de ti pero me da miedo, no quiero sufrir otra decepción y tampoco quiero hacerte sufrir a ti.
Teresa ya no dijo nada. Solo lo beso, fue un beso muy apasionado y en ese momento los dos se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro. Desde entonces estuvieron juntos. Se amaban muchísimo y pensaban que su amor duraría toda la vida.
Pero un día, algo pasó. Arturo se fue para siempre del pueblo sin avisar a nadie. Teresa no sabía qué pensar, ¿por qué se fue sin ella? Estaba destrozada.
-Ya no llores por ese discapacitado, ya se fue, dijo la madre de Teresa
-¿Qué sabes tú de Arturo?
-Sé todo. Tu padre y yo nos enteramos de vuestra relación. Hablamos con él y le dijimos que te olvide, que tú  no lo quieres y que andas con él solo por lástima. Fue lo mejor para los dos, hija, tú te mereces a alguien de nuestro nivel, un hombre de buena familia, un hombre normal.
Al oír esto, Teresa se echó a llorar. Sufría tanto por haber perdido el amor de Arturo porque él pensara lo peor de ella. Había creído en una mentira que los separaría para siempre.

Después de varios días de estar encerrada en casa, de no parar de llorar, Teresa se dio cuenta de que su vida no valía nada sin Arturo. Le dolía tanto pensar que él sufría por creerse un discapacitado que solo puede provocar lástima. Una mañana su madre la encontró muerta en su habitación, se había cortado las venas. Dejó solo una carta en la que decía: “Mi vida sin Arturo no tiene ningún sentido. Espero que lo voy a encontrar allá, en el cielo. No puedo vivir sin él. A vosotros no os voy a perdonar nunca por haberme separado del único hombre que me hizo feliz. Adiós, Teresa.”