Reflexión sobre una rúbrica para la evaluación de un e-portafolio del docente


En la siguiente entrada quiero compartir con vosotros mi opinión sobre una rúbrica de evaluación de un e-portafolio que nos han propuesto en el curso. Esta rúbrica se ha basado en la de Frida Díaz Barriga y evalúa seis aspectos o descriptores del portafolio del docente: la competencia reflexiva y logros del aprendizaje,  el contenido de las evidencias, la organización de las evidencias, la corrección gramatical, la autoevaluación y la disposición a la crítica en una evaluación entre pares. Cada uno de estos aspectos se valora en función de cuatro niveles de logro que de mayor a menor consecución son excepcional, admirable, aceptable y amateur.

En primer lugar me ha sorprendido la selección de estos descriptores para evaluar el conjunto del e-portafolio ya que se centra en unos aspectos que, desde luego, deben estar presentes en el portafolio pero obvia otros que hemos visto durante el curso como es la descripción de su filosofía, sus principios educativos, formas de evaluación, opiniones del alumnado, etc. Es decir, me parece que esta rúbrica no aborda todo el contenido que hemos venido trabajando.

En segundo lugar creo que la competencia reflexiva debiera ser un descriptor único y no ir unido al logro del aprendizaje ya que creo que son aspectos diferentes. El grado de reflexión del docente no siempre está al mismo nivel que el grado de aprendizaje adquirido, si es que he entendido bien a que se refiere. Es decir, hemos podido hacer una reflexión en profundidad y sincera sobre un tema pero que después no se puede material por diferentes circunstancias y no podemos dar el siguiente paso, la acción, que es lo que pone de manifiesto el aprendizaje, por lo que no siempre están al mismo nivel de consecución.

En tercer lugar creo que el descriptor de la autoevaluación es redundante con el del nivel de reflexión ya que las cuestiones que plantea son aquellas sobre las que debe reflexionar el docente durante su proceso de enseñanza y aprendizaje personal y profesional.

Por estas razones esta rúbrica no me parece que sea totalmente adecuada para evaluar nuestros e-portafolios.

En relación a la pregunta de si la reflexión deber ser un criterio aparte o estar presente en todos ellos opino que debe estar presente en todos y cada uno de los criterios que forman un portafolio. El hecho de haber realizado ya un esbozo de nuestro e-portafolio supone un acto reflexivo y cada uno hemos llegado a unas conclusiones, lo hemos entendido de una forma u otra y los hemos diseñado basándonos en nuestras propias experiencias y necesidades docentes. Y de esta forma, completar los diferentes apartados que hemos ideado, al igual que crear nuestras planificaciones, materiales, adaptaciones curriculares, desestimar unas actividades en algunos grupos, etc. son fruto de unas reflexiones muchas veces de carácter inconsciente pero existen. El portafolio lo que va a hacer es que seamos conscientes de las mismas, del porqué actuamos de una forma y no de otra. Por lo tanto la reflexión que ya está presente en todas nuestras acciones docentes debe estar también plasmada en los diferentes apartados.

Buscando un poco de información al respecto he encontrado bastante bibliografía sobre la competencia reflexiva del docente y os adjunto dos enlaces, uno al artículo La formación reflexiva como competencia profesional. Condiciones psicosociales para una práctica reflexiva. El diario de campo como herramienta de Pilar Albertín Carbó y otro a la  tesis doctoral de Mª Victoria Gómez Serés titulada Desarrollo profesional del maestro: la competencia reflexiva. Evaluación de un programa formativo en el contexto panameño
que creo os pueden resultar de gran interés.

En el artículo de Pilar Albertín Carbó me ha resultado especialmente significativo la división de esta competencia en la necesidad de una reflexión durante la acción y sobre la acción. Dos dimensiones que podrían estar presentes en una rúbrica de evaluación, por otra parte. El desarrollo de esta competencia señala la autora es la que posiciona al docente como un sujeto activo ya que la acción, la mejora en nuestra labor docente, vendrá solo después de una reflexión de nuestro trabajo actual. También me ha gustado la idea, que yo ya incluyo en mi día a día, de lo que ella llama un cuaderno de campo y yo un registro reflexivo diario en el que anoto no solo las actividades que he hecho, sino el estado de los alumnos, su disposición, motivación, cambios en la actividad, etc.

Finalmente, si bien de la tesis doctoral de Mª Victoria Gómez Serés solo he leído algunos fragmentos de su extenso capítulo sobre la competencia reflexiva, me gustaría destacar la importancia que pone, al igual que el artículo anterior, en la relación que debe existir entre la teoría y la práctica, ya que esta debe partir de aquella. A un nivel teórico esta competencia se ha empezado a desarrollar dentro de las teorías psicosociales de carácter crítico en la década de los años 80 del siglo XX que se entran en el conocimiento de algo, en ese ser consciente, para cambiar nuestra forma de aprender. No obstante, los filósofos clásicos ya hablaban de la importancia de la reflexión, de tal forma que Aristóteles acuñó el término saber práctico poniendo de manifiesto esa inevitable y estrecha relación entre reflexión y acción.

0 comentarios:

Publicar un comentario